martes, 3 de mayo de 2011

Las ramas y los problemas que componen la filosofía han variado mucho a través de los siglos.[8] Por ejemplo, en sus orígenes, la filosofía abarcaba el estudio de los cielos que hoy llamamos astronomía, así como los problemas que ahora pertenecen a la física.[8] Teniendo esto en cuenta, a continuación se presentan algunas de las ramas central

La disposición de la mente para plantearse los problemas de la realidad y resolverlos, es lo que constituye la actitud filosófica. Esta actitud comprende tres actividades fundamentales: la primera actividad es la disposición problemática; la segunda la disposición teorética y, la tercera la voluntad de abstracción. La segunda actividad es la que fija el método y elabora un sistema.
El método científico emplea la inducción, la deducción y la verificación. A la filosofía le es impracticable el método científico.
Fundamentalmente se han establecido dos caminos para llegar a la verdad en filosofía: el método DISCURSIVO que busca la verdad discurriendo alrededor de las cosas hasta aprehenderlas a través de diversos momentos; por eso es un método indirecto o mediato. El método INTUITIVO busca la verdad directa o inmediatamente de las cosas, aprehendiéndolas en un instante.
Entre los métodos discursivos, podemos señalar: la mayéutica de Sócrates, la dialéctica platónica, la lógica aristotélica, el método escolástico, el método de Descartes y la dialéctica hegeliana. Podemos agregar la fenomenología de Husserl.
LA MAYÉUTICA DE SÓCRATES es de la filosofía en el presen
Propiamente a partir de Sócrates, o sea en el siglo IV antes de Jesucristo, en Atenas empezó a haber una filosofía consciente de sí misma y sabedora de los métodos que emplea. Sócrates es, en realidad, el primer filósofo que nos habla de su método. Sócrates nos cuenta cómo filosofa.
¿Cuál es el método que Sócrates emplea? Él mismo la ha denominado la mayéutica.Esto no significa más que la interrogación. Sócrates pregunta. El método de la filosofía consiste en preguntar.
Cuando se trata, para Sócrates, de definir, de llegar a la esencia de algún concepto, sale de su casa, se va a la plaza pública de Atenas, y a todo el que pasa por delante de él lo llama y le pregunta: ¿qué es esto? Así, por ejemplo, un día Sócrates sale de su casa preocupado en averiguar qué es la valentía, qué es ser valiente. Llega a la plaza pública y se encuentra con un genial ateniense. Entonces se dice: Aquí está; éste es el que sabe lo que es ser valiente, puesto que es el general, el jefe. Y se acerca y le dice: ¿Qué es la valentía? Tú que eres el general del ejército ateniense, tienes que saber qué es la valentía. Entonces el otro le dice: ¡Claro está! ¿Cómo no voy a saber yo qué es la valentía?
La valentía consiste en atacar al enemigo y en no huir jamás. Sócrates se rasca la cabeza y le dice: Esa contestación que me has dado no es del todo satisfactoria; y le hace ver que muchas veces en las batallas los generales mandan al ejército retroceder para atraer al enemigo a una determinada posición y en esa posición echársele encima y destruirlo. Entonces el general rectifica y dice: Bueno, tienes razón.
Y da otra definición; y sobre esta segunda definición, otra vez Sócrates ejerce su crítica interrogante. Sigue no quedando satisfecho y pidiendo otra nueva definición; y así, a fuerza de interrogantes, hace que la definición primeramente dada vaya atravesando por sucesivos mejoramientos, por extensiones, por reducciones, hasta quedar ajustada lo más posible, sin llegar nunca a ser perfecta. Ninguno de los diálogos de Sócrates, que nos ha conservado Platón -en donde reproduce con bastante exactitud los espectáculos o escenas que él presencia- consigue llegar a una solución satisfactoria, sino que se interrumpen, como dando a entender que el trabajo de seguir preguntando y seguir encontrando dificultades, interrogantes y misterios en la úl
Platón perfeccionó el método de su maestro conservando la forma de contraponer las ideas. Para Platón el elemento inicial del diálogo que el alma sostenía consigo misma, es la IDEA INTUITIVA que se va esclareciendo a través del proceso crítico que la razón sigue en su discurrir. Este discurrir se realiza anteponiendo a cada idea (tesis) otra que la contradice (antítesis) hasta lograr su depuración. La existencia de la idea intuitiva la explica Platón mediante el mito de la caverna (Platón, La República, libro séptimo).
Luego la dialéctica tienen dos partes: la intuición de la idea, y el esclarecimiento de dicha idea.
Platón supone que el alma, antes de estar encerrada en el cuerpo, habitó en el Topos Uranos, un mundo de perfección, donde conoció a las ideas, es decir las esencias y modelos de todas las cosas. Al encarnar, olvido todo lo que vio. Cuando el hombre busca la verdad tiene que recordar algo de lo que vio en el Topos Uranos, este recuerdo es el elemento intuitivo inicial que tiene que esclarecer mediante el método discursivo. Este esclarecimiento nunca es absoluto y por ello el entendimiento humano nunca puede lograr el conocimiento absoluto.
LA LÓGICA DE ARISTÓTELES
Aristóteles busco los principios que rigen el transito de las ideas al discurrir en busca de la verdad, y así descubrió las leyes que rigen el pensamiento. Elevó la dialéctica a la categoría de ciencia, con el nombre de LÓGICA.tima definición dada, no se puede acabar nuncate
La lógica emplea la deducción: según este método, un conocimiento particular se deriva (deduce, infiere) de otro general usando un tercero que le sirve de medio; si en ese transito del uno al otro se cumplen las leyes descubiertas, el conocimiento inferido es verdadero. Este mecanismo constituía el ORGANON (instrumento) siendo el SILOGISMO su principal expresión.
Ejemplo de un sencillo silogismo y su esquema:
Todo hombre es mortal (premisa mayor) Juan es hombre (premisa menor) Luego Juan es mortal (conclusión) El silogismo tiene diversas formas y reglas propias.
EL MÉTODO ESCOLÁSTICO
Esta concepción de la lógica como método de la filosofía es heredada de Aristóteles por los filósofos de la Edad Media; los cuales la aplican con un rigor extraordinario.Es curioso observar cómo los escolásticos, y entre ellos principalmente Santo Tomás de Aquino, completan el método de la prueba, el método del silogismo, como una especia de reviviscencia de la dialéctica platónica.El método que siguen los filósofos de la Edad Media no es solamente, como en Aristóteles, la deducción, la intuición racional, sino que además es la contraposición de opiniones divergentes. Santo Tomás, cuando examina una cuestión, no solamente deduce de principios generales los principios particulares aplicables a la cuestión, sino que además pone en columnas separadas las opiniones de los distintos filósofos, que son unas en pro y otras en contra; las pone frente a frente, las critica unas con otras, extrae de ellas lo que puede haber de verdadero y lo que puede haber de falso. Son como dos ejércitos en batalla; son realmente una reviviscencia de la dialéctica platónica. Y entonces el resultado de esta complementación con el ejercicio de la educación y de la prueba, da lugar a las conclusiones firmes del pensamiento filosófico.
Si resumimos lo esencial en el método filosófico que arranca de Sócrates, pasando por Platón y Aristóteles, llega hasta toda la Edad Media en la Escolástica, nos encontramos con que lo más importante de este método es su segunda parte. No la intuición primaria de que se parte, de que se arranca, sino la discusión dialéctica con que la intuición ha de ser confirmada o negada. Lo importante, pues, en este método de los filósofos anteriores al Renacimiento, consiste principalmente en el ejercicio racional, discursivo; en la dialéctica, en el discurso, en la contraposición de opiniones; en la discusión de los filósofos entre sí o del filósofo consigo mismo.

En cambio, a partir del Renacimiento y muy especialmente a partir de Descartes, el método cambia completamente de cariz, y el acento va ahora a recaer, no tanto sobre la discusión posterior a la intuición, como sobre la intuición misma y los métodos de lograrla. Es decir, que si el método filosófico en la antigüedad y en la Edad Media se ejercita principalmente después de tenida la intuición, el método filosófico en la edad moderna pasa a ejercitarse principalmente antes de tener la intuición y como medio para obtenerla.
En el Discurso del Método, Descartes se preocupó por llegar a una evidencia clara y distinta; es decir, cómo llegar a una intuición indubitable de la verdad. Los caminos que conducen a esa intuición (no los que después de la intuición la afianzan, la prueban, la rectifican o la depuran, sino los que conducen a ella) son los que a Descartes le interesan principalmente. El método es, pues ahora preintuitivo, y tiene como propósito esencial lograr la intuición. ¿Cómo va a poderse lograr la intuición?
No va a poderse lograr más que de un modo, que es buscándola, lo que quiere decir dividiendo en partes todo objeto que se nos ofrezca confuso, oscuro, no evidente, hasta que alguna de esas partes se nos convierta en un objeto claro, intuitivo y evidente. Entonces ya tenemos la intuición.
LA DIALÉCTICA DE HEGEL
El término dialéctica ha tenido varios significados. Nace con Sócrates y significa arte de dialogar. Tienen como fin definir los conceptos. En Platón la dialéctica es un proceso lógico.
Consiste en remontarse del mundo sensible a las ideas, que constituyen su principio. El filósofo irá de idea en idea hasta llegar a la idea del Bien, que es la idea suprema. La dialéctica será el camino para llegar hasta el bien. En Aristóteles la dialéctica se opone a la analítica. La dialéctica, será el estudio de los razonamientos que sólo son probables, porque se fundan en simples opiniones.
Encontramos aquí dos sentidos claramente distintos de dialéctica: para Platón es el método para buscar la verdad; para Aristóteles es un razonamiento sin fundamento ni verdad.
Para Hegel, la dialéctica es el método propio de la filosofía. Es a la vez una marcha del pensamiento humano y un desarrollo de las cosas según su ley inmanente.Hegel emplea la dialéctica para determinar el movimiento. Puesto en forma esquemática diremos que: opone a un primer término (tesis) su contrario (antítesis) que luego resume en un tercero (síntesis). Aplicando este método a la ontología o tratado del ser diremos: SER (tesis) NO-SER (antítesis) DENEVIR (Síntesis). Como se ve, Hegel considera el devenir (movimiento) como la síntesis de toda la realidad.
LA FENOMENOLOGÍA DE HUSSERL
Se asemeja más al método intuitivo. No es fácil aclarar ni el método ni la filosofía de Husserl.
Según este filósofo alemán, la fenomenología es un método de conocimiento, y consiste en la visión intelectual del objeto basándose en una intuición para llegar al conocimiento de la esencia pura. Husserl llama a las cosas "lo dado" lo que se nos presenta. Para realizar la visión intelectual y la intuición, hay que señalar la "reducción" (es la epoké de los griegos: suspender el juicio, la afirmación o negación sobre algo). Es preciso hacer una triple reducción o eliminación: eliminar todo lo subjetivo (nuestra actitud ante el objeto debe ser objetiva, sin prejuicios); eliminación de todo lo teórico (hipótesis, presupuestos, postulados que haya sobre el objeto dado); eliminación de toda tradición (lo que se ha venido enseñando acerca del objeto).
Una vez purificado el objeto hay que hacer aún una doble reducción o eliminación: la de la existencia de las cosas (no la negación) y la de todo lo que puede ser accesorio a la esencia de la cosa, para que quede la esencia pura. Como se ve es una operación compleja y difícil, llamada por Husserl reducción eidética, que no puede identificarse con la abstracción aristotélica. Todavía dice Husserl que la cosa, lo dado es el "fenómeno", de allí el nombre del método fenomenológico, pues el acto de intuir es una enunciación intelectual del fenómeno, un "logos" mental.
LOS MÉTODOS INTUITIVOS
Será una captación directa de la verdad. Es preciso distinguir la intuición sensorial (que no es método filosófico) y la intuición espiritual que tiene tres caminos: el intelectivo, el emotivo y el volitivo. Por la intuición intelectiva, el espíritu capta la ESENCIA de los objetos; por la intuición volitiva, la EXISTENCIA, y por la emotiva capta el VALOR de los mismos objetos. Henri Bergson empleo este método

La materia de la historia de la Filosofía es de dos maneras o especies: interna y externa. La materia interna es la misma Filosofía considerada como esfuerzo consciente, sistemático y progresivo de la razón, para el conocimiento de la realidad concebida desde un punto de vista general, en su esencia, sus leyes y sus relaciones fundamentales. Si se quiere expresar la misma idea con otros términos, puede decirse que la materia interna de la historia de la Filosofía son los varios sistemas filosóficos que aparecen en diferentes puntos del espacio y del tiempo, como productos del esfuerzo de la razón, o, mejor, como productos y manifestaciones del trabajo metódico y consciente de la inteligencia en orden al conocimiento general y científico de la realidad.
La razón, la experiencia y las ciencias históricas demuestran de consuno que la inteligencia del hombre se halla sometida a ciertas condiciones exteriores que influyen de una manera más o menos directa y eficaz en su desenvolvimiento, ora favoreciendo y acelerando éste, ora contrariando su energía, ora comunicándole determinada dirección. Y esto es lo que constituye y representa la materia externa de la historia de la Filosofía; porque la verdad es que esta historia no sería completa ni llenaría su objeto si, al ocuparse de la materia interna y de los sistemas filosóficos, no se hiciera cargo y no tomara en consideración los acontecimientos, circunstancias y condiciones que ejercieron influencia más o menos eficaz y decisiva en el desenvolvimiento de la razón filosófica, en el origen, naturaleza, direcciones y efectos de los sistemas.
Pertenecen a este género y forman parte de la materia externa de la historia de la Filosofía:
a) la persona de los filósofos, con los datos referentes a su vida y costumbres, a su carácter moral, a la fuerza o intensidad de su inteligencia, a sus estudios, maestros
b) el grado y caracteres de la civilización del pueblo en que nació o vivió el filósofo, la religión y la lengua del país, y la educación recibida;
c) el espíritu general de la época y la constitución e ideas políticas reinantes; y, finalmente, en menor escala, el clima, las condiciones geográficas y geológicas del país, los sucesos históricos contemporáneos o inmediatos, las revoluciones.
Así como la combinación oportuna y racional de los términos y proposiciones constituye la forma del silogismo, según los lógicos, así también la forma de la historia de la Filosofía debe consistir, y consiste, en la coordinación metódica, racional y oportuna de lo que constituye la materia interna y externa de la misma. El elemento principal, la condición más indispensable para alcanzar esta coordinación metódica que constituye la forma de la historia de la Filosofía, consiste en no perder de vista que en esta historia debe entrar por mucho el estudio y conocimiento de las causas y efectos que determinaron el proceso de los múltiples sistemas filosóficos que en la misma se presentan. En otros términos: entonces podrá decirse que la historia de la Filosofía posee su verdadera y propia forma, cuando la materia interna y la externa reciban disposición o combinación adecuada para representar con la posible claridad y exactitud el desenvolvimiento sucesivo de la razón filosófica, juntamente con las causas y razones del orden, alternativas y vicisitudes de este desenvolvimiento.
Dicho se está de suyo que no se trata aquí de lo que pudiéramos llamar la forma externa y accidental de la historia de la Filosofía, o sea de la forma resultante de las cualidades del estilo, división por capítulos, libros o párrafos, colocación de textos, sino que se trata de la forma interna y substancial, por decirlo así, por medio de la cual la historia de la Filosofía, no solamente se distingue esencialmente de todas las demás historias y ciencias, sino que, por razón de esa forma, constituye un verdadero conjunto histórico-científico, con unidad una y verdadera.
La forma de la historia de la Filosofía será imperfecta, si la disposición oportuna y la combinación adecuada de los materiales no se halla informada y vivificada por un criterio fijo, amplio y comprensivo, capaz de percibir el sentido íntimo y real de los sistemas y doctrinas, comunicando al propio tiempo a su historia cierta unidad, cierta uniformidad doctrinal, basada en la convicción real y en el criterio filosófico del historiador. Porque no somos de aquellos que creen que el historiador de la Filosofía debe carecer de sistema filosófico, o que al menos debe ocultar sus ideas. Lejos de eso, opinamos, por el contrario, que el historiador de la Filosofía necesita tener un sistema, una concepción sistemática, un criterio general, que pueda servirle de guía, de norma y como medida para comprender las doctrinas de los filósofos, juzgar de su importancia y relaciones mutuas, discernir su valor real y la naturaleza de sus resultados e influencias en la historia y la civilización. Cierto es que el historiador de la Filosofía debe poner exquisito cuidado en no dejarse llevar de sus aficiones y convicciones personales al juzgar y criticar las doctrinas de los filósofos; cierto que debe ante todo exponer con fidelidad y exactitud las opiniones y sistemas que se suceden en el campo de la Filosofía; pero de aquí no se infiere que deba carecer de sistema propio. Para exponer con imparcialidad y verdad las opiniones de los otros, no se necesita ser escéptico o carecer de convicciones en la materia. Y es absurdo afirmar o suponer que el mejor historiador de la Filosofía sería aquel que careciese de sistema propio y de convicciones fijas en materia de Filosofía, como sería absurdo pretender que el mejor historiador del Derecho sería un hombre que no profesara opinión alguna determinada y fuera completamente escéptico en la materia. Por punto general, en esta materia, como en tantas otras, los que hacen más alarde de libertad de juicio, de amplitud de miras y de imparcialidad, son los que en la práctica las observan menos y los que más se apresuran a juzgar de las doctrinas y sistemas filosóficos, no solamente con sujeción a su criterio personal, sino con sujeción a sus apasionamientos racionalistas y anticristianos

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